¡Qué pena, qué rápido se ha pasado todo, qué poco ha durado!
Ese es uno de los pensamientos que cualquier persona que se haya casado piensa o verbaliza en un momento dado. Una boda es el resultado de mucho tiempo de preparativos y detalles a punto que después se desvanecen en apenas unas horas. No podemos hacer que todo dure eternamente y sea para siempre, pero sí podemos tener en cuenta que podemos robarle unas horas al día B si lo repartimos en un par de días. Cada vez son más las personas que alargan su boda incluso a un fin de semana, ¿por qué no hacerlo?
- Tendrás tiempo para tus invitados. El día de tu boda será el que pronuncies el sí quiero y todo vaya estableciéndose tal y como habías planeado. Sin embargo, si lo alargas al día siguiente con una comida, con un poco más de baile, o lo empiezas la noche antes con una cena de preboda, tendrás tiempo no sólo para disfrutar, sino también para atender a tus invitados como se merecen.
- El esfuerzo merecerá más la pena. Es una pena que un trabajazo de meses dure apenas unas horas, y se acabe con el último baile. Permítete una fiesta más larga, que empiece el día antes o que termine el día después. Tus invitados estarán encantados de acudir a algo muy largo y especial.
- Adiós nervios. Si todo se concentra en un sólo día, el estrés y los nervios pueden apoderarse de ti. Pero si dejas que dure mucho más tiempo, tendrás más momentos a lo largo del fin de semana para disfrutar sin que todo termine demasiado rápido.
- Inolvidable. Muchos más instantes que guardar en tu mente, y muchos más momentos inolvidables que compartir con todas esas personas que van a formar parte de uno de los momentos más importantes y bonitos de tu vida.
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